viernes, 21 de agosto de 2009

"Con-textos corpóreos". Juan Martín Olivares Orozco



Obra: Con-texto de Pablo Neruda

El ojo que la mira
Blanca Álvarez Caballero
A mi amigo Martín Olivares

I
Ando buscando cómo hacerlo,
cómo atrapar un cuerpo femenino que se oculta
tras las delgadas huellas que sólo ellos conocen.
Un cuerpo femenino intermitente: el cómplice del ojo que lo mira.
El del vello escondido, la larguísima pierna y los cabellos al aire sin demora.
Ando buscando un cuerpo peregrino de mi lente.
Un cuerpo revelado en sus secretos:
la fruta en la montaña, el lentísimo cuello, nuestro ombligo.
Ando buscando un cuerpo que cruce por mi senda;
un cuerpo de palabras y siluetas,
de sonidos y sombras,
de quimeras.
Ando buscando un cuerpo desnudo y en lo oscuro:
el ojo brillantisimo, la pestaña sentida levemente.
Ando buscando un cuerpo de círculos de horas
y de miradas fijas en los sueños.
Ando buscando un cuerpo: imperio del olfato de mi vista,
textura siempre nueva en su horizonte.
Ando buscando líneas perdidas en tu espalda, las rodillas hundidas,
la v de la victoria entre tu espacio.
Ando buscando erizarte la piel con mi recuerdo,
dejarte recostada, sirena entre las nubes.
Ando buscando que me quieras,
que me hagas el favor de posar las horas tristes,
los alejados tiempos del trabajo en la oficina,
la joya del momento en que te espero.
Ando deseando impostergable que sonrías,
que seas para mis ojos porcelana al alba seca,
taza de plata y lumbre de peces en la noche.
Ando deseando hallarte más de luna que el claro de Debussi,
más serenata que Glenn Miller en los mares.
Ando buscando ser el ojo que te atisba,
el incansable voyerista de tus senos,
el invasor de mundos que te nombran:
el eterno.

II

Yo soy el lente que descubre tus silencios.
El compañero de Neruda, Aridjis, Benedetti.
El cantor de tu piel con miradas serpentinas,
con párpados bruscos o sonrientes,
con el certero martillazo del francotirador perfecto.
El que arriba a tu espalda y la desnuda.
El que atisba erizados momentos de tus senos
con tan sólo acercar o alejar mi alma en vilo.
El que sueña con verte: sueño inmortal,
palabras aún no dichas en la inmediatez de una portada de revista.
El que gira en su espejo los contextos corpóreos de tu sexo,
los contextos corpóreos del deseo;
Ése: el ojo que te mira.


III

El ojo que la mira frente a frente quiere tenerla toda, toda entre su lente.
El ojo que la observa así, de cerca, le pide pose de pie o sentada
con las caderas a pleno vuelo en su mirada.
El ojo que la mira se enloquece con su delgado cuello y sus senos erectos, diminutos.
El ojo que la mira organiza una danza de atisbos, movimientos,
pero ha olvidado el rostro y las manos de ella por completo.
El ojo que la mira la fragmenta, la integra y la devuelve párpado largo
que ha enmarcado sus pestañas con el canto de Paz a su llegada.
El ojo que la mira entre los labios halla el aliento legendario de su pubis,
la larga espalda lisa, plena de Benedetti y de Juan Gelman.
El ojo que la mira revela las montañas de Neruda,
el color de la miel, la piel sedosa de Lolita.
El ojo que la mira se ha eclipsado
y es un contraste de esperas y recuerdos,
de luces y de sombras matutinas,
de contextos corpóreos en la noche,
de armonía.

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