Moviendo teorías. Poniendo en práctica la investigación social de cuerpo-emocionados. Victoria D'hers
Licenciada en Sociología, UBA. Doctoranda en Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Becaria UBACyT-CIM, FADU, UBA. Grupo de Estudio sobre Sociología de las emociones y los cuerpos, IIGG, UBA.
victoriadhers@yahoo.com.ar
En diversos encuentros de las ciencias sociales se ha manifestado la necesidad de mirar la totalidad, de dejar el conocimiento fragmentario en pos de generar nuestros propios conceptos para poder comprender la realidad latinoamericana. Se ha hablado incluso de una crisis del horizonte de sentido que se sumaría a la crisis del poder económico que ha caracterizado al mundo globalizado en los últimos meses. Entonces, debemos dar un giro radical en nuestra consideración y modo de abordaje de la realidad social. Asumir nuestra matriz de pensamiento dualista, para poder trascenderla. Y en este acto de trascendencia, sin grandilocuencias situarnos en nuestro contexto tanto histórico-social como académico.
Así, sin abandonar la idea de hacer ciencia desde un cuestionamiento radical a lo que ello implica en nuestro contexto poscolonial, planteo la pregunta por las teorías que nos pueden allanar el camino en el estudio de los cuerpos emocionados que están ‘dispuestos’ / hechos disponibles a la vivencia de la contaminación. Por otra parte, considerando la íntima relación teoría-práctica desde el mismo proceso de construcción del (mal llamado) objeto de investigación, pienso en las implicancias metodológicas del estudio del “cuerpo” en el marco de los estudios de contaminación. Se abren así numerosas preguntas.
¿Cómo captar ‘lo universal en la singularidad’, sabiendo lo complejo de estudiar la experiencia de una emoción? Referir al cuerpoemocionándose nos obliga a comprender las representaciones que lo atraviesan, a la vez que cuestionar estas representaciones en tanto “ficciones reguladoras” que nublan a la experiencia misma que implica al cuerpo emocionado, emoción que mueve cuerpos. Profundizar es aquí fundamental.
¿Qué proceso moral está implicado en el acto de relacionar, o no, un sistema simbólico que refiere a un cierto estado –en este caso, la exposición a la contaminación en tanto forma de existencia-, con el cuerpo? Si lo entendemos como proceso moral, regulador, en lo que refiere a la especificidad de sitios contaminados, ¿se podría hablar de un acostumbramiento? ¿Se da una “puesta en suspenso” de la conciencia de la contaminación dado que no hay alternativas, y se asume la realidad como elegida? Desde la reconstrucción científica que se supone encarnamos, ¿podemos formular esta pregunta? ¿No estamos todos bajo mecanismos que resultan en acostumbrarnos? Hablar de acostumbramiento, ¿nos evita el determinismo biológico que está detrás de la idea de adaptabilidad?
Así, para retomar lo que iniciara estos cuestionamientos, propongo aquí ver estos procesos como actos complejos que involucran percepción-sensación-emoción-pensamiento-acción. El desafío asumido es cómo lo llevamos a nuestros análisis en tanto teóricos de la -referida como- realidad social.
Finalmente, la urgencia política del problema nos hace pensar cómo se da el paso de la individualización de un problema, sentido en el cuerpo e interpretado como mal singular, a su expresión como una injusticia a nivel social, parte de mecanismos de dominación. Esta última se evidencia como la tarea inmediata que debemos asumir, desde abrir el espacio a discursos que no siempre encuentran eco, “invisibilizados” y silenciados en la traducción de la realidad efectuada por la sociedad mediática actual.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario